
Lorena Morales guarda en su memoria aquel domingo 9 de febrero de 2014, el día en que su hermano partió hacia Estados Unidos, después de no encontrar una oportunidad de trabajo en Guatemala. Recuerda que él se marchó con la ilusión de darle una vida digna a su familia.
“Desde el momento en que salió de la casa ya no supimos nada, desapareció por completo. Lo buscamos, y el coyote nos decía que él estaba preso, pero ni siquiera sabía en dónde estaba. Y cuando al fin lo encontramos, ya estaba muerto”, cuenta Lorena.
El hermano de Lorena murió en una masacre en México, lo encontraron cinco años después de su partida, y estaba junto a otros nueve migrantes.
“Nos organizamos junto a otras familias, y una persona que vive en Estados Unidos buscó a la Fundación para la Justicia, ellos nos pusieron en contacto con el Equipo de Estudios Comunitarios y Atención Psicosocial (Ecap), en donde nos apoyaron para gestionar la búsqueda de nuestros seres queridos”, resalta.
Lorena forma parte de la Asociación de Familiares de Migrantes Desaparecidos de Guatemala (AFAMIDEG), en donde brindan acompañamiento a las familias que comparten la tristeza de tener un ser querido desaparecido.
“Es urgente que el Estado le ponga un alto a la migración, porque muchas familias se quedan sin sus familiares y pagando deudas a los coyotes; que se vuelven millonarios. Cuando vemos noticias de tragedias de migrantes sentimos que lo estamos viviendo de nuevo, y aunque a veces uno busca ayuda de las autoridades; ellos dan la espalda. Solo nos queda decirles a los familiares que Dios es el único que nos da fuerza en esos momentos”, puntualiza.
La falta de oportunidades impulsa a mujeres y hombres guatemaltecos a migrar hacia Estados Unidos, sin embargo muy pocos logran cumplir el “sueño americano”, muchos dejan a sus familias endeudadas para pagar el viaje fallido, y ellos, en medio del dolor, deben buscar la manera de solventar el pago aunque tengan que perder lo poco que tienen.