
Guatemala ha sido muy frágil ante los desastres naturales, las tormentas, huracanes y terremotos han causado estragos en diferentes municipios del país, dejando como consecuencia perdidas humanas, familias sin vivienda y escases de alimentos por la pérdida de cosechas.
La Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED), define la vulnerabilidad como “una condición de fragilidad o susceptibilidad construida histórica y socialmente, determinada por factores socioculturales y ambientales, asociados al desarrollo que caracteriza y predispone a un individuo o sociedad a sufrir daños en caso del impacto de un fenómeno natural amenaza socio-natural o antropogénica, afectando su capacidad de recuperación”.[1]
La carencia de acceso a recursos básicos, la desigualdad que existe en el país, y el desorden territorial con el que se establecen las comunidades, provoca que sus poblaciones se encuentren en riesgo, especialmente en el área rural, donde se carecen de condiciones idóneas para vivir.
De acuerdo al Índice de Riesgo Mundial, Guatemala ocupa el cuarto lugar de los países con más riesgo de sufrir catástrofes, por lo que el Estado debe establecer acciones estratégicas que permitan reducir la vulnerabilidad de la población y sus medios de vida, ante el riesgo de desastres.
A pesar de que en el 2011 se aprobó la Política Nacional para la Reducción de Riesgo a los Desastres en Guatemala, hace falta fortalecer a las instituciones del gobierno central y especialmente, a las locales, en materia de prevención y pronta acción.
Es importante impulsar investigaciones sobre la gestión de riesgos, ejecutar los planes para reducir desastres, y fortalecer las capacidades de los diferentes entes institucionales, para que den una atención inmediata. Además, sensibilizar a la población para que se informen y capaciten en prevención de desastres, solo de esta manera se podrán salvar muchas vidas, y proteger los medios de vida de los guatemaltecos.
[1] (Leal & Fuentes Ruano, 2012)