
En la parcialidad Chuamazán, en Totonicapán, un grupo de mujeres trabaja de forma activa para contribuir al desarrollo de su comunidad. Se unieron hace tres años, y eligieron a una junta directiva para que dirigiera actividades a beneficio de las integrantes.
En el grupo participa Pascuala Antonieta Gutiérrez Alvarado, una ama de casa que aprendió que la participación comunitaria es vital para adquirir habilidades y tener mejores oportunidades.
“Empecé a participar en las actividades de la parcialidad desde que era una niña, mi papá me llevaba a las reuniones y me inscribió en la asociación para que yo me involucrara. Y a partir de ahí he colaborado de forma activa. Junto a otras compañeras vimos que era importante formar un grupo en donde pudiéramos motivar a más mujeres, así que nos organizamos”, comparte Antonieta.
Ellas han recibido acompañamiento de la Asociación de Forestería Comunitaria de Guatemala Utz Che’, que fortalece a organizaciones comunitarias en el manejo sostenible de sus recursos naturales, economía comunitaria y en la inclusión de mujeres y jóvenes.
Hace un año y medio, Utz Che’ inició un pase en cadena de cerdos con el grupo de mujeres de Chuamazán, beneficiaron a 14 integrantes con una cerda, a la que aprendieron a cuidar y alimentar. Cuando la cerda tuvo su primera camada, ellas entregaron una lechona a otra compañera, quien debe hacer lo mismo cuando tenga a la primera camada, y así continúa el pase en cadena por la comunidad.
“Nos enseñaron a detectar el celo en las cerdas y recibimos capacitaciones para recibir a los lechones. Luego de alimentarlos durante 40 días podemos venderlos, pueden valer alrededor de Q450”, cuenta Antonieta.
En una camada pueden nacer de 7 a 12 cerdos, después de venderlos las mujeres deben calcular cuánto dinero reservar para comprar el concentrado de la mamá, hasta que venga la siguiente camada.
Antonieta resalta que están muy contentas de tener la oportunidad de participar en este tipo de proyectos, porque aprenden cosas nuevas y pueden tener una fuente de ingresos para sufragar algunos gastos de su familia.
La participación de las mujeres rurales contribuye al crecimiento económico de las comunidades, además, aumenta su confianza porque se capacitan y obtienen mejores oportunidades, lo que las impulsa a seguir trabajando para aportar al desarrollo local.