
En Petén, la Asociación de Comunidades Forestales de Petén (Acofop) acompaña a organizaciones campesinas e indígenas que, a través del manejo forestal comunitario, velan por la perpetuidad de los bosques de la Reserva de la Biosfera Maya.
Erick Cuellar, subdirector de Acofop explica que en la actualidad también están acompañando a las comunidades en el tema de turismo comunitario; una actividad que fortalece la economía local. También están trabajando en la prevención y control de incendios forestales, y en la vigilancia de las áreas, y han organizado una Red de Monitoreo Comunitario integrada por jóvenes de las comunidades, ellos utilizan drones para monitorear que no se realicen actividades ilícitas dentro del bosque, y monitorear los incendios forestales.
“La Reserva de la Biosfera Maya es un área protegida de más de dos millones de hectáreas; para su administración fue zonificada. Tiene zonas núcleo que son los parques nacionales y biotopos protegidos, tiene una zona de usos múltiples en la que se permite hacer uso sostenible de recursos naturales como estrategia de conservación, y una zona de amortiguamiento que fue creada como una frontera para atenuar los impactos del avance de la frontera agrícola y actividades productivas al interior de la reserva”, comenta Cuellar.
La zona de usos múltiples es un área de aproximadamente 800 mil hectáreas, en las que la estrategia de conservación permite hacer manejo sostenible. Las concesiones son áreas dentro de esa zona de usos múltiples, las cuales fueron otorgadas a grupos comunitarios para hacer manejo sostenible de recursos naturales.
Hay concesiones comunitarias con población residente como, Carmelita, Uaxactún y el Cruce la Colorada, pero hay concesiones con población no residente como Flores, Árbol Verde y Melchor de Mencos, que tienen unidades de manejo dentro de la concesión pero las comunidades viven fuera.
“Hemos tenido que afrontar muchos retos y desafíos, al inicio del modelo de manejo forestal comunitario nadie creía que las comunidades podrían manejar sosteniblemente los recursos, el modelo que se empezó a implementar en la Reserva de la Biosfera Maya en los noventa fue el modelo de conservación estricta. No había recursos de cooperación para manejos, solo para conservación”, afirma Cuellar.
Entre los beneficios de las concesiones comunitarias, se destaca:
- El manejo del modelo forestal, porque hay más de 500 mil hectáreas de bosques que están bien protegidos, conservados y con su fauna silvestre en condiciones saludables.
- El beneficio social. Se ha hecho inversión e infraestructura en servicios básicos como educación y salud, en comunidades a las que aún no ha llegado el gobierno.
- El salario de los comunitarios está por encima del salario mínimo que se establece para personas que laboran en el campo.
- Se han fortalecido las capacidades locales, personas que no tenían idea de cómo usar una brújula, mapa o un GPS, ahora usan la tecnología.
Cuellar destaca que este último punto es uno de los más importantes, porque los jóvenes de las comunidades están usando tabletas y drones para hacer monitoreo, “eso nos demuestra que no es que nuestra gente de las comunidades no tenga la capacidad de aprender o mejorar sus capacidades, lo que casi nunca tienen son las oportunidades de hacerlo”, puntualiza.
“Hemos encontrado cooperación solidaria que nos ha apoyado durante varios años, como el Programa Jotay, y esto nos ha permitido ir generando ese modelo organizativo y de desarrollo de capacidades”, finaliza.
Las concesiones fueron otorgadas por contrato de 25 años prorrogables, el primer ciclo ya finalizó y se consiguió la prórroga por otros 25 años, pero ahora el desafío es darle continuidad al proceso, porque según los contratos las comunidades solo tienen derecho a solicitar una prórroga, por lo que es necesario encontrar una nueva figura de tenencia que permita que las comunidades puedan seguir haciendo un manejo sostenible durante más tiempo.
