
Martha Dionicio Joachín es una madre de familia de 14 hijos, quien nunca fue a la escuela porque sus padres priorizaron la educación de sus hermanos varones bajo la creencia de que la mujer tenía que casarse y hacerse cargo de su hogar. Sin embargo, ella decidió darle otro giro a su vida, y participa de manera activa en iniciativas que mejoren su comunidad.
Martha vive en la aldea Mavil en San Pedro Sacatepéquez, San Marcos, junto a su esposo, sus hijos, su suegra, nueras y nietos, a quienes ha motivado a ser parte del cambio para construir un mejor entorno para su familia.
“En esta comunidad no teníamos calles, drenajes ni alumbrado público, pero como vecinos nos unimos para trabajar e instalar estos servicios”, resalta Martha.
En la actualidad participa en un programa de articulación política impulsado por la Asociación Comisión Paz y Ecología (Copae), cuyo objetivo es empoderar y potenciar los proyectos de vida de mujeres guatemaltecas y su liderazgo.
“Yo no participaba en ninguna organización, me dedicaba a hacer tejidos de punto, pero cuando entraron las ventas de ropa americana perjudicaron mucho los negocios. Después me invitaron a participar en COPAE junto a una de mis hijas. A mí me costaba expresarme, pero ahora he aprendido que tengo libertad de expresión y conozco mis derechos como mujer, y así como esos conocimientos han llegado a mí quiero que lleguen a otras mujeres”, afirma Martha.
Ella es un ejemplo de que querer es poder, nunca fue a la escuela, pero cuando sus hijos estaban en párvulos se sentaba con ellos para hacer las tareas, “les agarraba las manitas para dibujar los palitos o casitas y los hacia pronunciar las letras, así aprendí a leer y escribir sin ir a la escuela. Todo se puede hacer, pero hay que ponerle interés”, puntualiza.
La participación de mujeres en grupos de formación permite que obtengan aprendizajes, conozcan sus derechos y capacidades, y venzan las brechas de desigualdad que limitan el desarrollo de las mujeres en sus comunidades.
